Otium y nec-otium

Ocio y negocio son conceptos que hemos heredado de los romanos siendo en cierta medida antagónicos. El ocio es el descanso del guerrero, y textualmente era así, en su origen el ocio era el descanso de las legiones romanas que se producía cuando no había campañas militares en marcha. Después se convirtió en el descanso de la actividad del nec-otium en el cual cada cual se dedicaba a las actividades que más le enriquecían. Cicerón, como ejemplo, utilizó parte de su otium a escribir las Tusculanas, escritas un su villa de retiro Tusculum, a través de las cuales pretendía difundir las bases de la filosofía estoica reflejando temas como: la forma de enfrentarse a la muerte o al dolor, como evitar las perturbaciones de la mente considerándolas enfermedades, o como la virtud es la clave para la felicidad. https://ca.wikipedia.org/wiki/Tusculanes

O sea, que desde el punto de vista actual, la actividad ociosa de Cicerón constituye uno de sus legados literarios y filosóficos más importantes. http://atenas-diariodeabordo.blogspot.com/2019/01/la-ultima-obra-de-ciceron-cuestiones.html

Con el paso del tiempo, y por fuerte influencia de la ética protestante, nuestra identidad como persona se ha ido ligando al nec-otium. Somos a lo que nos dedicamos profesionalmente: médicos, bomberos, maestros… y el ocio se ha convertido en una parcela privada irrelevante a efectos de lo que es nuestro yo. Algunos afortunados han conseguido convertir su otium en una forma de profesión, rompiendo así esa artificiosa fractura interior entre el tiempo para mi profesión y el tiempo para mi ocio. En realidad y en mi opinión, esa fractura es totalmente artificiosa pero allá cada cual con sus modelos mentales.

En cuanto al ocio, aunque en gran parte se debería aplicar también al negotium, distingo entre cuatro grandes posibilidades:

Ocio hedónico: Cómo decían las monjas: «el ocio es la madre de todos los pecados». Una forma de utilizar ese tiempo «sobrante» (me duele escribir eso, pero como punto de reflexión creo que puede ser enriquecedor: es un poco lo que nos vende nuestra sociedad…), es huir hacia actividades placenteras de forma compulsiva: viajar, comer, el sexo, beber o embriagarse… Por adaptación hedónica, el estado de felicidad momentánea que nos puede producir resulta totalmente impertinente: corremos como un ratón de laboratorio en una rueda sin fin y por muy rápido que vayamos al final nos quedamos dónde estábamos.

Ocio productivo: En el otro extremo del espectro del ocio, alguno intenta convertir, o intentamos (quien esté libre de pecado…) el en una actividad para otra finalidad: para estar más sano, para tener un cuerpo más estético, para ser (o parecer) más culto… Así nos convertimos en capataces de nosotros mismos y nos sometemos a disciplinas para conseguir «ser nuestra mejor versión», al coste que sea. A menudo detrás no hay más que «postureo» y intentar ser aceptados y admirados socialmente y, frecuentemente, implantar, si tenemos éxito, un complejo de superioridad ya que yo tengo «tableta de chocolate» mientras que tú eres un «gusano informe». El ocio al servicio de un objetivo externo ligado a nuestro ego social y al precio que sea necesario. Después está el tema de dilucidar si he tenido éxito, si ha sido sólo «una lluvia de verano», y sobre todo ¿cuanto tiempo podré aguantar ese nivel de autoexigencia cuando, todos sabemos, que al final sólo estamos en este tiempo y espacio por un tiempo limitado y que nuestro cuerpo y mente se irán irremediablemente deteriorando con los años?

Ocio vegetativo: «Matar el tiempo», «pasar el rato»… huir del vacío que nos produce tener un espacio temporal sin ninguna obligación, sin tener ningún nec-otium que anestesie nuestra angustia existencial. Ver la vida pasar sin tomar consciencia de que pasa, viendo obras como algunos jubilados, o mirando la tele pero sólo por que «nos hace compañía», evitando el aburrimiento. Schopenhauer decía que nuestra vida oscilaba del dolor, de la ansiedad, de las tribulaciones… al aburrimiento. Después de que acaba el cuento «…y comieron perdices.» ¿cuánto tiempo tardarán en aburrirse y encontrar su vida vacía, o entrar en la rutina?

OTIUM: Al final me quedo con la concepción más filosófica de Cicerón: «Otium cum dignitate». Dedicar el ocio a escribir, a la música, a la poesía, a las matemáticas… Pero no como actividad dirigida hacia un objetivo, sino como una actividad que nos sea intrínsecamente satisfactoria. Los hindúes nos hablarían del Karma-yoga, de realizar la acción por la acción en sí misma, sin preocuparse de los resultados. Intentar disfrutar del proceso, fluir con la vida… no se trata de «aprovechar el tiempo», de exprimirlo, sino de llenarlo de sentido, de danza. El único momento real es aquí y ahora, y nuestra vida, si la observamos a nivel cósmico, no es más que una pequeña chispa en el infinito. Gozar de esa chispa es gozar de este momento, ahora, festina lente: apresúrate despacio porque tu vida se escapa. Si corres hacia un objetivo externo, pierdes el momento presente, pierdes tu vida. Sólo disfrutando el momento, fluyendo con la Vida, siendo totalmente consciente puedes llegar a Vivir. Como los pájaros de La isla de Huxley: «atención, atención», despierta! la Vida es ahora o nunca.

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